Blanca es una niña de 7 años que vive en las calles de Cochabamba. Vende chucherías y chocolatinas por la noche en los bares. A veces, cuando volvía de noche, la veía en su esquina de siempre, durmiendo con su mamá y su hermanito. Me saludaba en silencio para no despertarles. He hablado varias veces con ella, y siempre me ha sorprendido su madurez. La última vez que hablé con ella me preguntó: «¿Vas a volver a Cochabamba?» Y yo le dije: «Pues me gustaría, algún día, ¡cómo no!». Entonces ella me miró incrédula y me respondió: «No lo creo. La gente nunca vuelve».
Ahora que he dejado mi primera casa blanca, y mi segunda Casablanca, me encuentro en Sucre, una ciudad blanca en su totalidad. Ya no vivo aquí. Ya no me encuentro gente conocida por las calles. Vuelvo a ser un viajero, con las mismas infinitas puertas que cada día de mi vida, pero con los ojos cegados por el refulgor de estas paredes.
Aquí hay mucho por ver y hacer, pero el tiempo empieza a resonar en mi cabeza como un plazo a cumplir. Así que, probablemente, mañana abandonaré Sucre con otro destino al que ya le tenía ganas desde hace tiempo: Potosí.
2 comentarios para “Sucre, la ciudad blanca”
El tono de tus escritos es ahora sereno y relajado, nos parece. Un abrazo muy fuerte y cuenta con nuestro apoyo. El próximo sábado 24, ya lo sabrás seguro, actúa en nuestra casa el Pedro Olivares’s Group en pleno, soprano incorporada. Nos acordaremos de ti y estarás presente en el evento.
Entrañable entrada, muchas gracias Oli :)
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