Tarija ha sido una de las sorpresas de este viaje. Es una zona vinícola habitada por una gente con un peculiar acento, que en España equivaldría al andaluz genérico. De hecho, cuando en Bolivia cuentan chistes, siempre recurren al tarijeño y/o a su acento. Vamos, como en España, ¿te da cuén?

La Plaza de Armas de Tarija está llena de rosales, algo poco habitual en las plazas centrales de Bolivia, y casi diría que también en las del resto del mundo.

En Tarija visité «Casa Vieja», una hacienda vinícola donde puedes degustar los vinos tintos y blancos en sus variedades áspero, semiseco y Oporto.

Allí tambien puedes visitar los viñedos, aunque ahora mismo no es la temporada de la colecta…

…así como las bodegas, con las barricas de maduración del vino.

Así pues, con un rico vino blanco, me despido de Bolivia, el país que ha sido mi segunda casa durante más de dos meses, algo total y felizmente fuera de mis planes iniciales. Brindo por su gente, que ha sacado lo mejor de mí, con toda su generosidad, amistad y amor. ¡Salusito y os quiero!