Una de las conversaciones más repetidas en estos días es «¿Dónde estabas tú el 11-S?» Yo, siempre lo he contado, por aquel entonces estaba acabando mi carrera en Murcia, y regando secretamente la semilla del sueño de vivir algún día en Nueva York, algo que pude hacer seis años después, y que recordé aquel martes.
Los años siguen pasando, y ahora que los acontecimientos de la vida parecen sucederse en bloques de décadas, se cumple el décimo aniversario de aquel día en que nació otro mundo.
Igual que nos preguntamos dónde estábamos aquel día, imaginemos qué hubiera sucedido si nos hubieran preguntado «¿Dónde estarás tú el 11-S, dentro de 10 años?». Obviamente, es algo que no se puede responder, pero hoy ya podría dar una respuesta a esa pregunta, si me la hubieran hecho cuando La Ciudad estaba aún envuelta en ceniza de cadáver y escombro.
Hoy estoy despidiéndome de Cochabamba, la ciudad donde he pasado las últimas siete semanas. Tenía planeado quedarme un mes, y, como tantos extranjeros que llegaron de visita, he alargado mi estancia algo más. Y no soy un caso extremo; conozco un mochilero de Nueva Jersey que llegó hace 12 años como yo y que aún vive aquí.
Cochabamba ha sacado a relucir las mejores galas de mi personalidad. He puesto en práctica el compromiso adquirido con la vida durante el viaje. La Otra Ciudad, como recién la estoy bautizando, ha respondido a ese compromiso dándomelo todo, y más. Por ejemplo, cuando pensaba en cómo sería mi último día en el hospital infantil, siempre pensaba que me iría triste, con la sensación de estar abandonándolos. Pero no fue así. El jueves pasado, me fui de allí feliz sabiendo que mis niños van a estar bien, que me olvidarán, porque es necesario que me olviden, que van a salir adelante de sus espantosas quemaduras, cigurías e infecciones, y que su vida continúa, al igual que mi viaje.
Para todos vosotros, cochalos y cochalas, gracias.
Un comentario para “Domingo”
Gran conclusión y gran aprendizaje, Oli.
Un abrazo.
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