Para terminar mis entradas dedicadas a Costa Rica, quiero hablar de un pequeño ejemplar de flora costarricense: la mimosa. Aquellos que me conocéis sabéis que es una de mis plantas favoritas, una visita obligada cada vez que voy al Jardín Botánico de Madrid.
Aquí la tenéis. La mimosa es una planta parecida a un helecho que cuando la rozas, muy tímida ella, pliega en dos segundos sus hojas. A las del Jardín Botánico no conviene tocarlas demasiado (para no estresarlas, ya que gastan mucha energía en este proceso), pero a las de Costa Rica… ¿por qué no?
Era la primera vez en mi vida que veía una mimosa «en libertad», así que podéis comprender mi excitación al verla a un lado del camino, como si tal cosa. En la secuencia de fotos os muestro la evolución del plegado de hojas. Un auténtico milagro de la naturaleza.
Ahora mismo estoy en Panamá, a un paso del archipiélago de Bocas del Toro. Ayer fue un larguísimo día de transportes (barcos, buses…), más la concentración que requiere cruzar una frontera. Fue una autentica paliza, pero ya estoy en otro país, en la puerta de Sudamérica, donde las distancias y los tiempos se triplican. Ya os contaré cosicas.
2 comentarios para “Mimosa”
Un auténtico milagro o que las asustas, pobrecitas! Y esas mimosas no tienen ramilletes de forecicas amarillas?
A ver Panamá qué tal te pinta y nos cuentas. Preguntaría si regresas pronto, si viste quetzales en Guatemala, y mil cosas más pero me contento con lo que leo. ;)
«Y deja que te lleve el viento hoy a ver el mundo entero»
Me he imaginado que en lugar de tocar la mimosa con tanta delicadeza le hacías una caricia a tu nuevo sobrino… guardaré esa imagen hasta que vuelvas y lo arrulles de verdad.
Un besazo.
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