A de Autostop: El día que entré a Paraguay tuve que hacer autostop (o «pedir un ride», como dicen por aquí) porque no había otra forma de llegar a Filadelfia. Me recogió (o «levantó») una camioneta, a la que me subí en la parte de atrás bajo un calor abrasador. No tenía dinero, me dirigía a una ciudad con un solo hotel, y acababa de dejar Bolivia atrás. Esa mezcla de incertidumbre y vitalidad fue hermosamente aterradora.
B de Beth: Una de las personas que más me ha influido en este viaje, por su coraje, su determinación, su alegría y su inteligencia. Gracias por los kilómetros recorridos juntos.
C de Clownciencia: Me inventé esta palabra en el taller de improvisación que impartí con los Doctores de la Alegría, para definir el punto en que trascendemos las convenciones sociales y actuamos como realmente somos. El objetivo del clown es despojarse de su nariz y seguir viviendo de esa forma.
D de Drexler: Verle actuar en su país, y gratis, es un privilegio incluso si no eres un gran fan. No lo he visto actuar en España, pero se notaba que irradiaba felicidad por estar con los suyos.
E de Esperanza: Durante mucho tiempo fue la palabra que más se repetía en mi cuaderno rojo. Creo que debí cambiarla por «Engañándome».
F de Feijoada: Miriam, brasileña, es la directora de Los Doctores de la Alegría, la asociación que me mostró lo mejor de mí. El día que me fui, tras comer la deliciosa feijoada que preparó para 25 personas, todavía se atrevió a darme las gracias por haber formado parte de la asociación.
G de Gestalt: Recuerdo con especial cariño las conversaciones con José, mi vecino terapeuta. Él pertenece a la escuela de la psicología gestáltica, y me invitó a una sesión de regresión para mostrarme algo que nunca había visto.
H de Huanchaco: En la playa de Huanchaco, Perú, hay hermosas piedras. Una de ellas llamó mi atención. Quise llevármela, pero decidí no hacerlo, pues cada gramo cuenta en la mochila. Al cabo del rato, sentí la llamada de esa piedra y volví a la playa a por ella.
I de Illimani: Una de las primeras cosas que vio mi nuevo yo fue este monte sagrado de Bolivia, iluminado por el amanecer, justo tras la Danza Larga.
J de Jung: Jung Eun-Sook es una chica coreana, ilustradora de libros infantiles. Ella vio mi diario y me dijo que podría ser autor e ilustrador si me lo propusiera. Tomo nota.
K de Kora: Kora, en Bolivia, me ayudó con mi alemán, que estaba oxidadísimo de no haberlo practicado casi nunca. Varios países más tarde, en Chile, pude mantener varias conversaciones en ese idioma.
L de Lágrimas: Ha habido muy malos momentos en este viaje, de esos de comértelos en soledad porque tu amigo más cercano está a miles de kilómetros. Si tengo algún motivo para estar orgulloso de algo, es de haber superado esta circunstancia y salir reforzado.
M de Moáis: El hecho de que fueran intocables (salvo uno o dos, mientras no te vieran los guardias de la Isla de Pascua), hizo más difícil asimilar que estar frente a ellos estaba realmente sucediendo.
N de Nela: Ella me hizo el mejor regalo que me han hecho en mucho tiempo: un abrazo de esos que curan vidas y corrigen caminos torcidos.
Ñ de Ñandú: El ñandú es sólo un ejemplo de todas las especies animales (y vegetales) espectaculares que he visto en este viaje. Lástima que mi cámara no fuera lo suficientemente buena para captar la exuberancia de la fauna y flora. De hecho, lo que más lamento es no haber tenido un Photoshop para embellecer las fotos. En este aspecto, he aprobado con un cinco raspado.
O de Ostiones: En Valparaíso conocí a tres españolas con las que me di un soberbio homenaje de marisco en el Mercado El Cardonal. Estas, a su vez, me hicieron otro encargo como los que me pedíais al principio, para cumplirlo en Santiago de Chile.
P de Pachamama: La Pachamama, o «Madre Tierra», es un concepto arraigado en Perú y Bolivia. Todos venimos de la Tierra, y a ella tenemos que darle de vez en cuando algo para agradecérselo. Es envidiable cómo en Latinoamérica llevan en la sangre la capacidad de orientarse cardinalmente a cada momento, o cómo dan por hecho la existencia de diferentes niveles espirituales que nos conectan con distintos estados del ser.
Q de Quechua: Junto con el aymara, es el gran idioma centroandino. Es una pena que no haya una política de protección fuerte a ambos idiomas (y, en consecuencia, culturas), y que el tiempo y la industrialización estén arrasando con tantas tradiciones.
R de Risotto: «El Doctor Risotto, tan picante como el locoto», era mi grito de guerra con los Doctores de la Alegría, en Bolivia.
S de Silencio:
T de Timpana: Prometo hacer algún día, en otro blog, una entrada dedicada a este grupo musical como se merece. Por lo pronto, aquí dejo su Facebook.
U de Uyuni: Una increíble experiencia, de día (por todo lo que se visita) y de noche (por el frío… y los trillones de estrellas que hay).
V de Volver: Sólo dos veces estuve a punto de volver, e interrumpir el viaje antes de lo previsto: una, en Managua, y otra en Ciudad de Panamá. He visto a muchos viajeros interrumpir sus viajes en contra de su voluntad, y se pasa realmente mal. Entonces, ¿con qué derecho podría yo hacer algo así, si no ha habido una razón de peso para volver?
W de Weiss: Las conversaciones con el Sr. Weiss fueron muy enriquecedoras. Me contó la historia de su abuelo en el campo de concentración, entre muchas otras conversaciones que en España nunca había tenido.
X de Xochicalco: Fueron las primeras ruinas arqueológicas que visité en México, y uno de los primeros zarandeos que sufrí en plan: «Oli, esto es real, estás en este viaje».
Y de Yo: El «yo» de antes, y el de después. ¿En qué me ha cambiado este viaje? En muchas, pero sobre todo ha reafirmado en mí la confianza en que hay cosas que funcionan en el mundo por sí mismas, y que ya no me preocupan lo más mínimo. Todo funciona, porque siempre ha funcionado. Así de simple.
Z de Zzzzzz: Si te has dormido leyendo esta entrada, me parece perfecto, siempre que lo hayas aprovechado para soñar.
5 comentarios para “Alfaomegario del viaje”
Mucho nombre propio y mucha experiencia «vital», queda claro que el viaje interior se ha ido comiendo al exterior conforme pasaban los meses.
(Yo también hago un alfabeto cada 10 años)
¡Huy, cuánto friki con mi sangre…! ;-)
Co.
Conforme pasaban los meses, no. Conforme pasaba este blog. :·D
¿Cada 10 años? ¿Y cuántos alfabetos tienes ya? :·[
OLI I7O
;) gracia, hermoso detalle.
besos desde Bolivia
Un alfabeto personal: qué hermosa idea para los que valoramos tanto las palabras y lo que representan, cada una con su jirón de vida cogido. ¿Sería posible un viaje por todo el mundo a través de las palabras? Un abrazo.
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