Cinco cosicas de Guatever

Mi paso por este país ha sido breve como para condensarlo en un top ten positivos y negativos (como hice en México), pero saco algunas conclusiones sobre el país y sus gentes:

• Hay un circuito turístico del que apenas puedes moverte, con un solo autobús al día y cero combinaciones. Es casi como un pasillo con paradas obligatorias. Una pena, porque sospecho que hay rincones maravillosos por descubrir.
• Los guatemaltecos son adorables. A diferencia de los mexicanos, no juegan con la malicia y el doble sentido para confundirte, por diversión. Los guatemaltecos son más confiados y abiertos con los turistas.
• A los guatemaltecos no les gustan las responsabilidades. Ejemplo: en un mostrador de recepción donde habitualmente hay dos personas, si en ese momento solo hay una, tienes muchas posibilidades de que tus dudas tengan que esperar «a que venga el que lo lleva».
• La clase política está muy corrompida. Ejemplo: Sandra Torres, la mujer del presidente Álvaro Colom, quiere presentarse a las elecciones de este año. ¿El problema? No puede presentarse si está casada con el presidente. ¿La solución? Divorciarse. Dicho y hecho, ya es candidata, y tiene muchas opciones de salir vencedora.
• Los servicios, como Correos, funcionan bien. He mandado un par de paquetes (incluyendo cintas) y no me han puesto tantas pegas como en México. Hay una sensación de tranquilidad en el ambiente, porque sabes que tus necesidades básicas como viajero están cubiertas.

Echaré de menos muchas cosas, más otras tantas que me he perdido por diversas cuestiones. Guatemala es un país que poco a poco está mejorando sus infraestructuras, y cuando el turista tenga más capacidad de decisión (y opciones), empezará a darlo todo de cara al mundo.

Mañana parto hacia El Salvador, una ciudad relativamente grande donde creo que es más difícil manejarse. A ver qué tal se me da.