Barrio de Malasaña, Madrid, 2007. En la calle del Pez, casi esquina con San Bernardo, está la estatua de hierro de Julia, una estilizada chica que sostiene una carpeta. Yo vivo al lado de Julia, y sospecho que todas las noches sale a bailar amparada por la oscuridad, sin que nadie la vea, porque no todo el mundo está acostumbrado a ver bailar a las estatuas.
Ese mismo año, al cabo de unos meses, cuando ya estaba viviendo en Nueva York, mi mejor amiga de allí, que era, es, mexicana, cogió un avión hacia Madrid. Tenía una función de danza porque era, es, bailarina.
En Madrid se hizo una foto junto a la estatua de Julia. Cuando vi aquella foto, me sentí desubicado. ¿Qué hacía mi amiga de NYC en la calle de Madrid donde hasta hace poco vivía?
Años después los papeles se invierten. Me encuentro en las calles de DF, la tierra natal de mi amiga. Me cuenta dónde vivió su infancia, y me dirijo a ese barrio. Voy a su calle, fotografío su casa. Me como sus tacos favoritos en el mercado de su calle, cortesía de la dueña del local, que decide invitarme. Me tomo una horchata en la calle de abajo. Pasan los aviones por mi cabeza, y pienso que ella ni siquiera los escucharía, a estas alturas.
Paseo y paseo por sus calles. Hay veintitantos millones de habitantes en esta ciudad, y los cambiaría a todos durante un momento por poder compartir una charla de las de siempre con ella, sobre la vida y sobre la danza.
Noviembre de 2010. La estatua de Julia ya no existe en Madrid. Le rompieron las piernas, y no pudo mantener el equilibrio. Ignoro si a estas alturas ha sido repuesta tras la prometida restauración. Hoy, afortunadamente, mi amiga sigue bailando, y mi amistad con ella sigue firmemente anclada al suelo; a miles de kilómetros, pero anclada al suelo, al fin y al cabo.
2 comentarios para “La chica de la carpeta”
Julia aún no ha vuelto. Por las mañanas miro su ausencia y a veces las veo posando juntas lejos de la 14 y lejos de DF. Si tomo un taxi me abrocho bien el cinturón y me alegro de que los planetas sean pequeños.
También Julia ha vuelto a su sitio. He pensado que te gustaría saberlo.
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