A metros luz de distancia

Ayer mencioné de pasada el metro de México DF. El metro no sólo lleva personas de un lado a otro de la ciudad, sino que además cumple un papel muy importante en la sociedad mexicana. Además, me sirve de cuña para abrir un tema que quiero tratar.

Desde el principio, fue concebido como un metro que fuera accesible para todos, tanto por su precio (el segundo más barato del mundo), como por la cobertura. Además, cuando se planteó, el índice de analfabetismo era elevado, y por eso la señalética de cada estación está representada por un icono que ilustra el nombre de la parada, o de la zona donde se encuentra. De hecho, en los esquemas de línea se ven mejor los iconos de cada parada que el nombre en sí.

Un asunto que amenazó al metro de México DF fue la alta mendicidad en sus pasillos. Como sucede en casi cualquier metro del mundo, el metro es un lugar de tránsito de pasajeros que incrementa las opciones de recaudación para los mendigos. El gobierno impartió a los ciegos unos cursos para que estos aprendieran a dar masajes, y expedió numerosas licencias para que pudieran ejercer esa profesión y no estuvieran abandonados de la mano de Quetzalcóatl.

Y es que de México DF se cuentan muchas cosas, pero a veces se olvidan las mejores. Por ejemplo, se dice que es una de las ciudades más contaminadas del mundo, pero no se dice que en apenas 10 años ha bajado del puesto 1 a estar por debajo del 30, o que ha sido una de las que más ha reducido los índices de contaminación, o que más zonas verdes tiene. Aquí os dejo el programa PROAIRE 2002-2010 (pdf) por si queréis ver las iniciativas, los informes y los resultados.

México se toma muy en serio sus iniciativas. El metro tuvo en cuenta el crecimiento de la ciudad y la previsible estratificación de la sociedad. Con el medio ambiente está sucediendo lo mismo. Y, si bien aún queda mucho trabajo por hacer, México DF algún día estará a años luz de los prejuicios de hoy. Me atrevería incluso a decir que aquí huele a futura superpotencia.