En todo este tiempo he podido realizar algún que otro encargo que me habéis pedido vosotros, pero hoy, en Iquique, me he dedicado a realizar un encargo muy especial para mí, que ha resultado ser un MacGuffin.

En mis años de teatro tuve un maestro, Franklin Caicedo. Era, es, un actor muy mayor, afincado en Buenos Aires, pero natural de Iquique, una preciosa ciudad en la costa norte de Chile, rodeada de dunas, montañas y playa.

No es casualidad que haya decidido pasar por aquí. Quería seguir el rastro de mi maestro en su tierra natal, para ver hasta qué punto uno es profeta en su tierra. No sabía muy bien qué buscaba, o incluso si Franklin Caicedo estaría en Iquique, pero las pistas que he seguido me han hecho conocer la ciudad de una forma insólita.

¿Por dónde empezar a buscar a un hombre de teatro? Pues en el Teatro Municipal, claro.

Allí no sabían nada de él, pero al ser un actor veterano, han pensado con buen criterio que podría estar en la Sala de Veteranos, un local donde se reúnen para hacer obras de teatro, de ideología principalmente de izquierdas, o más allá. ¡Esa era la siguiente casilla de este juego de mesa!

La casualidad, o no sé muy bien qué, hizo que esta misma mañana hubiera una representación de «Canción de Cuna para un Anarquista», en una versión dirigida por Iván Vera Pinto. No es normal encontrar teatro de sala a las 12:30, así que he llegado en el último minuto: sentarme y aplaudir, tal cual. Al final, cuando la sala estaba vacía, he hablado con el director.

Él, claro, conocía a Caicedo. Me contó que el año pasado estuvo por Iquique, con una obra donde interpretaba a… ¡Pablo Neruda! ¡Otra coincidencia más! Era un recital de poesía, con tangos. Me dio un par de nombres y me envió a la Dirección de Turismo y Cultura de la ciudad.

Llegué al edificio, y pregunté por las dos personas. En ese momento se hallaban fuera, pero una amable funcionaria llamó a uno de ellos por teléfono. Hablé con él y me indicó dónde podría encontrar a alguien que era amigo personal de Caicedo desde hacía mucho tiempo. ¿Dónde lo encontraría? En la hemeroteca del Museo Regional.

Llegué al Museo Regional, con el nuevo nombre en mi libreta. Pregunté por él y me indicaron. La hemeroteca es un alucinante espacio, fuera de la zona de visita del público, llena de revistas (algunas de ellas, perseguidas durante la dictadura, como ocurrió con las españolas «Hermano Lobo» y «La Codorniz») y libros, en una cámara acorazada ignífuga.

Allí estaba aquella rata de hemeroteca, un amable anciano con el que tuve una animada charla durante un rato. Hablamos de teatro, de política, de dictaduras pasadas, de futuros inciertos… Él era, es, poeta, y en 1973 estudiaba sociología, así que os podéis imaginar que estuvo especialmente vigilado.

En ese momento estaba ocupado, pero si volvía a las 17:00, me daría una vuelta por la ciudad. Así que, dicho y hecho, a esa hora vuelvo a la hemeroteca. Me presenta a todo el personal del museo, me hace una visita guiada, me lleva al Palacio Astoreca, donde cruzo con él puertas que de ninguna manera hubiera podido cruzar solo…

…La peatonal Baquedano, que debe su arquitectura victoriana a la época previa al Canal de Panamá, cuando el comercio se hacía por el Estrecho de Magallanes, y los ingleses importaban madera especial para las casas…

…Y, en definitiva, he podido visitar Iquique de una forma diferente, gracias a la habilidad que tengo para conocer a buena gente, a la suerte de poder entrar a lugares insólitos, y a la huella que dejó mi maestro Caicedo cuando hace años me dijo cuál era su ciudad natal.

2 comentarios para “El MacGuffin de Iquique

  • Pe

    ¿Y no te encontraste con George Kaplan? ¿Ni con el propio Swann?

  • Mercedes e Ignacio

    «Buena gente llama a gente buena». No sé quién lo dijo, pero suele suceder. Un abrazo, Pablo.

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