Creo que no he conocido nunca un país tan politizado como Nicaragua. El arraigo de esta politización se refleja en la sociedad, donde de entrada uno ya está etiquetado como sandinista o liberal. Imagina que yo te digo: «Te voy a presentar a un colega de puta madre, que es pepero (o sociata)». Pues hasta ese punto llega esa politización.
En lo alto del mirador de Tiscapa, en Managua, encontramos la imponente silueta de Sandino, un icono referente en todo el país. Fue un revolucionario que descubrió que sólo mediante las armas podía reivindicar el derecho proletario a poseer la tierra que uno trabaja. Como una especie de moderno William Wallace, fue de pueblo en pueblo expandiendo su mensaje y ganando (y armando) adeptos para la causa.
El contexto no era fácil. En plena dictadura del sanguinario Somoza, consiguió derrotar a uno de sus principales enemigos: el miedo social. Después de su asesinato, el sandinismo (como idea) siguió haciéndose fuerte, y los liberales, afines al régimen de Somoza (impuesto por EEUU, lo cual explica la galopante gringuización del país), suavizaron su ideología.
Hoy día sucede algo curioso con los liberales. Apoyan las ideas de Sandino (aunque no al propio Sandino). Es como si aborreces al actor Alfredo Landa, pero te encantan las películas del landismo. El país, además, tiene núcleos de nacionalismo, en la parte oeste e indómita del país, donde las lenguas, las razas y las tradiciones son distintas. Este nacionalismo basa las decisiones en un consejo de ancianos autonómico, pero siempre enmarcado bajo el gobierno central.
Hoy día, para terminar, todo es un conglomerado ideológico donde el sandinismo a veces es utilizado para dominar a la gente pobre por los discursos más populistas del gobierno actual. Daniel Ortega, la terna completa de Hugo Chávez y Fidel Castro, sigue apoyándose en esta ideología. No obstante, es justo decir que la mayoría de nicaragüenses están contentos con él. He hablado con ancianos, exguerrilleros en los años de la Contra, que afirman que en cuatro años ha conseguido lo que nadie en catorce. Y estos sí que están pasados de vuelta de todas las cosas.
Un comentario para “La alargada sombra de Sandino”
Las cosas de cerca son siempre más complejas de lo que parecen en la distancia, y los blancos (liberales) y negros (sandinistas) son más bien grises.
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